sábado, 4 de noviembre de 2023

1992 Tony Vega - Aparentemente

RELATOS

Era una típica noche de sábado en el centro “El Hueco” de un pueblo bruyante y animado rodeado por montañas; todos se arreglan para salir, todos van y vienen como locos por las calles atestadas de personas con la pinta del fin de semana, hombres con sus mejores jeans, camisa, con mocasines o tenis y una loción barata de imitación,  las mujeres blusas y shorts o un vestido corto y sandalias que evocan la libertad de aquellos años 90’s; su objetivo siempre… compartir con sus amigos, rumbear, explorar lo que nos trae la noche….… Parece que todos van sin rumbo en una noche que es muy joven, pero que nos dice que va hasta el alba y es larga.

Era muy joven, tenia unos 13a quizás, estaba prohibido entrar a los bailaderos o grilles como les llamábamos en esos tiempos; nos quedábamos en las afueras siempre, disfrutando del entorno y el ambiente que generaban, la curiosidad y las sensaciones mundanas que nos atraían con fuerza, aun con la prohibición, en innumerables ocasiones lográbamos colarnos con algún pretexto absurdo, aunque solo fuera por un rato, y aunque en ocasiones aun estuviesen vacíos y con el Dj poniendo música para animar la noche.


Siempre tuve curiosidad desde que era muy niño, como eran los bailaderos, que pasaba allí adentro, estos lugares que en las noches encendían al pueblo, con sus potentes parlantes y su música saliendo de ellos, escuchabas 4 canciones a la vez, salsa y mas salsa, siempre, o casi siempre; luces tenues, oscuridad, que hacían en esa penumbra tan tentadora? 


Una de estas tantas noches…… de fin de semana en las que salíamos sin falta desde el viernes hasta el domingo, exprimiendo al máximo nuestro fin de semana y queriendo ser adultos para disfrutar de aquellas mieles mundanas… era muy temprano esa noche, usualmente después del alboroto en las calles, el arribo a los grilles era después de las 10 de la noche, llegaban todos por su mesa.


Esa noche, con el pretexto de saludar a un amigo “el Indio” que trabajaba en una pequeña disco-bar….entramos a este sitio que me había sido esquivo; ya conocía otros lugares, pero aquí era la primera vez y estaba emocionado pues no nos dejaban entrar por nada del mundo; este lugar era una casa transformada y dividida en dos, en la parte de adelante quedaba una taberna con luces muy tenues y separada del exterior por una puerta de ingreso al lado izquierdo y en la mitad ocupada por una puerta de estas que son enrollables y anchas que siempre estaba abierta, pero tenían allí tres materas que fungían como separadores y que daban privacidad a quienes adentro departían y al lado derecho una ventana; todo el lugar era como de unos 100 m2 creo, la barra quedaba al fondo hacia la derecha con una cuantas silla alrededor y al fondo de la barra estaba el lugar para el discomano “Dj”, que ponía la música para dos espacios, con una ventana hacia la parte de atrás….Al lado derecho se encontraba una puerta que separaba la taberna de la discoteca….. 


y bueno, entre, no había un alma ademas de la mía, mis amigos se quedaron afuera en la taberna mientras yo me aventuraba al interior de un lugar mágico para mi en ese momento, tenia espejos por todos lados, unas pocas mesas pequeñas rodeadas por poltronas, me senté en una de ellas al fondo, extendí mis brazos sobre el respaldar, incline mi cabeza hacia atrás y disfrute de unos minutos, y lo mas impresionante….. sonaba a todo volumen “Aparentemente” de Tony Vega, nunca olvido ese momento, la intensidad de la música, las luces casi apagadas, una bola de discoteca de esas que tienen espejitos que las ve uno en las películas……….momentos que canciones marcan nuestra vida.





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